El pasado 26 de septiembre de 2025, la ciudad de Sevilla volvió a convertirse en un epicentro de conocimiento y encuentro ciudadano con motivo de una nueva edición de La Noche Europea de l@s Investigador@s, una cita que se celebra simultáneamente en más de 350 ciudades europeas y que tiene como finalidad estrechar la distancia entre la ciencia y la sociedad. Durante una jornada única, calles, museos, plazas y centros de investigación abren sus puertas para mostrar, de una manera cercana y participativa, el trabajo que se realiza en los laboratorios, universidades y proyectos de innovación. La iniciativa, impulsada por la Comisión Europea dentro de las Acciones Marie Skłodowska-Curie, se ha consolidado como un referente de divulgación científica y de sensibilización social en torno al valor del conocimiento como motor de transformación.
En este marco internacional, Sevilla desplegó una amplia programación que reunió a cientos de investigadores e investigadoras de todas las disciplinas: desde la biomedicina hasta la astronomía, desde la ingeniería hasta las humanidades y las artes. Uno de los aspectos más enriquecedores de esta edición fue precisamente la apuesta por el diálogo interdisciplinar, mostrando que la ciencia no solo habita en los laboratorios sino que puede dialogar con la creación artística, la pedagogía y la cultura.
Fue en este contexto donde la profesora e investigadora Pilar Ordóñez Mesa, vinculada al Instituto Universitario de la Danza “Alicia Alonso” (IUDAA) de la Universidad Rey Juan Carlos y al Instituto Superior de Danza Alicia Alonso (ISDAA), junto con la investigadora Marta I. Sánchez Ordóñez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del Departamento de Biología de la Conservación y cambio global, presentaron un taller singular que logró captar la atención de públicos de todas las edades. Su propuesta, situada en la Carpa Ángeles Alvariño de la Casa de la Ciencia de Sevilla (CSIC), trascendió el formato clásico de la divulgación académica para ofrecer una experiencia en la que se entrelazaban conocimiento científico, prácticas artísticas y conciencia medioambiental.
La participación de Pilar Ordóñez Mesa no fue una intervención aislada, sino la expresión de una trayectoria de investigación y docencia en la que ha defendido la importancia de los procesos creativos como vehículo para comprender y transformar la realidad. Al llevar al espacio de la divulgación científica una mirada que integra la danza, la visualidad y la pedagogía artística, su taller evidenció cómo el arte puede convertirse en un puente eficaz para sensibilizar a la ciudadanía sobre los grandes retos ecológicos de nuestro tiempo, como el avance de las especies invasoras y la pérdida de biodiversidad.
La actividad, celebrada en la Carpa Ángeles Alvariño de la Casa de la Ciencia de Sevilla (CSIC), giró en torno a un habitante diminuto de las charcas hipersalinas: las artemias. Estos pequeños crustáceos, casi invisibles a simple vista, resultan esenciales para el equilibrio ecológico, ya que sirven de alimento a numerosas aves acuáticas —entre ellas los flamencos, responsables de su característico color rosado— y participan en los procesos naturales de producción de sal.
Sin embargo, los ecosistemas donde habitan las especies nativas de Artemia se encuentran amenazados por la presencia de una especie invasora procedente de Norteamérica: Artemia franciscana. Introducida por la acuicultura y el comercio internacional, esta especie desplaza a las locales y altera gravemente la biodiversidad.
Durante el taller, los asistentes pudieron observar artemias invasoras en vivo a través de lupas binoculares, examinar sus huevos de resistencia —considerados la forma de vida más resistente del mundo animal—, y aprender a diferenciar machos y hembras. Los más pequeños tuvieron la oportunidad de llevarse un recortable de Artemia, convirtiendo la experiencia en un aprendizaje lúdico y memorable.
El objetivo fue invitar al público a reflexionar sobre cómo una criatura diminuta puede generar impactos de gran envergadura en la biodiversidad global, poniendo sobre la mesa la relevancia de las invasiones biológicas como una de las principales amenazas a los ecosistemas del planeta.
El taller sirvió también para difundir el proyecto AlienArte, financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT, Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades) con una aportación de 35.000 €, y por el Grupo Tragsa con 2.500 €. Esta iniciativa, desarrollada en colaboración entre la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y la Escuela de Arte Matisse, busca sensibilizar sobre las especies exóticas invasoras a través de un enfoque educativo y artístico, y abre la puerta a la participación de centros educativos interesados en formar parte del programa.
La contribución de Pilar Ordóñez Mesa en este evento se enmarca dentro de su línea de trabajo en procesos creativos e interdisciplinares en las artes escénicas, subrayando cómo la danza, el arte y la pedagogía pueden convertirse en vehículos de transmisión de conocimiento científico y de concienciación social.
Con actividades como ésta, el IUDAA refuerza su compromiso con la investigación aplicada y la divulgación, mostrando cómo las artes escénicas pueden dialogar con otras disciplinas y convertirse en un puente entre ciencia y sociedad.